Tanto en materia de inmigración, producción agrícola, división de la tierra, transporte ferroviario, etc., lo realizado por el país sólo en la primera década del siglo xx era considerablemente superior al balance arrojado por toda la segunda mitad del siglo xix. Esta expansión era en verdad tanto más sorprendente cuanto que la misma se alcanzó en una época en que el estado se había desligado por entero de sus compromisos con la política colonizadora e inmigratoria practicada en el pasado. El gran impulso operado durante esos años decisivos —el “despegue”, en términos de Rostow—, presentaba un marcado contraste con los limitados objetivos logrados por el país en épocas anteriores, a través de innumerables medidas de carácter oficial. La convicción de los economistas y de los políticos liberales de que esa gigantesca expansión sólo había sido posible cuando el estado decidió finalmente no hacer nada para promoverla, parecía estar plenamente confirmada por los hechos.