Siempre he encontrado dificultoso expresarme con la suficiente claridad como para ser bien entendido; mis ideas parecen debilitarse cuando trato de redactarlas. Seguramente, éste no será un caso excepcional.
Este trabajo se originó como una continuación de las Primeras Jornadas de Actualización Docente Universitarias de 1993, dedicadas a educadores de nivel primario y secundario del ámbito de la UNLP, y de las conclusiones que se elaboraron a continuación. Tal vez parezca presuntuoso de mi parte presentarlo. Nada más lejos en mi intención. Sólo deseo hacer un pequeño aporte sobre mi experiencia en esta Escuela, en la que me han recibido -y me reciben- con gran cariño.
Y, como el presente habrá dé pasar necesariamente por la apreciación, valoración y corrección de mis superiores, estoy tranquilo de no legitimar (para usar un término de J. F. Lyotard), el párrafo anterior.
Mi incorporación al plantel data de 1991, y siendo éste tan grande como es, aun me resulta difícil conocer y comprender las funciones de todas mis compañeras y compañeros de trabajo, aunque trato de no dejarme atrapar en el aislamiento que supone dictar materias especiales. El objetivo principal que me movilizó a incorporarme a la Escuela fue el de transmitir mis conocimientos a los chicos. Desde el punto de vista de la implementación pedagógica y la actualización de la curricula de la Escuela, no me siento capacitado para decidir cuál es el modo más adecuado, convencido como estoy de que es labor de especialistas; aunque apoyo francamente la gestión que en ese sentido desarrolla la Dirección, pues creo que es conveniente revitalizar los métodos, ajustándolos a las expectativas que genera el siglo XXI en los niños de hoy.
La enseñanza de esta materia es poco frecuente, y no aparece mucho en los programas de otros establecimientos del país. Salvo en Capital Federal, donde existen cursos periódicos en Instituciones privadas, dictados por aeromodelistas a quiénes conozco y con los que ocasionalmente intercambiamos información. Ignoro otros casos.