En español
La ciudad de Ichmac se encuentra en la Península de Yucatán, su máximo apogeo sucedió entre los siglos VI y IX d.C. En uno de los cuartos del llamado Edificio de las Pinturas se conservan varias escenas pictóricas polícromas, aunque muy deterioradas. En particular, un personaje armado y ricamente ataviado sostiene por el cabello a un contrincante. Dicho personaje muestra un jeroglífico solar en su tocado. Se ha analizado la orientación astronómica del edificio. La alineación solar sucede en fechas localizadas a 65 días, antes y después del solsticio de invierno. Fuentes etnohistóricas describen cuatro importantes ceremonias, cada 65 días para completar un Tzolkin de 260 días, dedicadas al fuego y ejecutadas por los quemadores, sacerdotes que vinculaban las direcciones del Universo con el dios Chaak y sus colores asociados. Esta práctica refleja, por un lado, el interés de los sacerdote-astrónomos mayas por asignar a la estructura arquitectónica un simbolismo de gran importancia ritual. Pero por otro lado, el afán del soberano, quien ordenó el programa pictórico, para manifestar un mensaje de poder político.
En inglés
The city of Ichmac is located in the Yucatan Peninsula, its cultural apogee was between the 6th and 9th centuries AD. In one of the rooms of the so-called Building of Paintings, several polychrome pictorial scenes are conserved, although very deteriorated. In particular, an armed and richly dressed personage is holding an opponent warrior by the hair. This personage shows a solar hieroglyph in his headdress. The astronomical orientation of the building has been analyzed. Solar alignment occurs on localized dates at 65 days, before and after the winter solstice. Ethnohistorical sources describe four important ceremonies, every 65 days to complete a 260-day Tzolkin, dedicated to fire and performed by the Burners, priests who linked the directions of the Universe with the god Chaak and its associated colors. This practice reflects, on the one hand, the interest of the Maya priest-astronomers to assign to the architectural structure a symbolism of great ritual importance. On the other hand, the eagerness of the sovereign, who ordered the pictorial program, to express a message of political power.