La Argentina nació en Mayo de 1810 merced a un impulso rebelde del pueblo porteño tendiente a la dignificación ciudadana mediante el ejercicio de la libertad. Esta no se concibe políticamente sin el pueblo que la promueva para vivir a su amparo y disfrutarla hasta sus últimos extremos, con la sola limitación impuesta por el ordenamiento jurídico. Pueblo y libertad son enunciados inseparables de nuestra Revolución, y ante la evidencia de los hechos documentados en fuentes hispanas o criollas, transmitidas por la tradición o por las memorias no puede negarse que el movimiento de Mayo se alimentó en raíces populares y que el pueblo fue el promotor esencial del cambio operado, actuando en forma intimidante cuando en los momentos críticos de la gloriosa semana se quiso burlar su voluntad.