En la terapia vibroacústica, la música se combina con tonos puros de baja frecuencia -entre 30 y 120 Hz- y de sonoridad batiente. Cuando se utilizan como recurso los cuencos sonoros vibroacústicos (aquellos cuya frecuencia fundamental más baja está ubicada en ese rango), el paciente no sólo oirá sonidos sino que además percibirá vibraciones a través de su cuerpo. En su recorrido, las ondas sonoras de distinta frecuencia podrán reflejarse, absorberse, refractarse, difractarse, superponerse. El presente trabajo describe aspectos relacionados con la propagación de las ondas sonoras y fundamenta la palestesia como modalidad sensorial privilegiada en el abordaje vibroacústico.