No se confunda, esto no es una revista, es una victorinox. Y si no me cree, puedo decirle que un relato puede salvarle la vida, así como usted puede por ejemplo abrir un candado o una botella con un poema. Incluso puede animarse, si es valiente, a buscar su propia aventura armado tan sólo con una historieta, le aseguro que no se defraudará. Pero cuidado, no existe un listado de aplicaciones, mucho menos una guía de uso y, por más que lo intente, no encontrará tampoco un tutorial en internet. No tiene en sus manos un manual, por más que contenga ilustraciones, para descubrir sus funciones está usted totalmente solo, en una isla, y debe valerse de su ingenio para desentrañar cada una de ellas. Siéntase libre de recorrerla a voluntad, puede abrirla, cerrarla y mirarla en todas direcciones, puede desarmarla y montarla de nuevo, o dedicarse rigurosamente al estudio de cada una de sus pequeñas partes; puede -lo invito- compartir el desafío con otras personas, no espere que sigan su misma ruta. Al desplegarla, ya sea con cuidado y delicadeza, o simplemente como acto reflejo, notará que está pensada y pulida con empeño; y que, más allá de su utilidad práctica como herramienta, es en sí un objeto estético.