La compilación que nos ofrecen Fradkin y Garavaglia testimonia la capacidad de este colectivo de investigadores para enblicas. Como muestra Irigoin, el mantenimiento de un impuesto fijo para ciertos rubros clave de las exportaciones -como fue el caso de los cueros entre 1829 y 1851- en condiciones de depreciación monetaria, no sólo agudizó la crisis del fisco, sino que favoreció a los principales exportadores ganaderos con una licuación prácticamente completa de las cargas impositivas. Esa combinación de políticas monetarias y fiscales, como sostiene Irigoin, "proveyó indirectamente sustanciales subsidios a las exportaciones rurales", puesto que los principales exportadores contaron así con precios internacionales favorables para enfrentar un impuesto fijo al que además pagaban con moneda depreciada.