En los últimos quince años la perspectiva regional -con sus diferentes versiones-, la historia local, la microhistoria con la reducción de la escala de observación y la proliferación de los estudios de caso, el análisis de las redes sociales, la sociabilidad, las cuestiones étnicas o los estudios de familia, así como la centralidad de los actores, han complejizado aún más los análisis históricos, llevando a los investigadores a explorar nuevas fuentes -o bien a hacerlas objeto de nuevas miradas- y a buscar herramientas útiles en otras disciplinas. Ello permitió recuperar un tema escasamente abordado hasta entonces: la dimensión del conflicto al interior del mundo agrario.