Desde hace algunos años, me inicié en el estudio de la Escuela para Visitadoras de Higiene Social, como parte de una investigación sobre la feminización profesional en el proceso de institucionalización de la asistencia social, es decir, de los antecedentes de la actual carrera universitaria de Trabajo Social. En el intento por hacer una historia social con perspectiva de género y en diálogo con la historia de salud, hubo un primer elemento común con otras historiadoras que estudiaban las profesiones auxiliares a la medicina: ¿cómo encontrar a las mujeres en los relatos de la profesión más allá de la voluntad y deseo profesional masculino?, ¿cómo develar los elementos económicos, políticos y sociales que justificaron el carácter feminizado de sus prácticas?, ¿cómo hallar a las estudiantes y graduadas de la Escuela para Visitadoras de Higiene Social? Y, por último, ¿qué huellas y qué registros de sus acciones pueden descubrirse?