En el presente trabajo nos proponemos analizar un aspecto crucial del denominado ‘laberinto de la composición del continuo’ en el pensamiento de juventud de Leibniz. Este laberinto puede ser sucintamente definido como el problema de la divisibilidad infinita de magnitudes finitas (Leibniz, 1982: 335, nota 20). Como reconoció un pensador muy influyente para Leibniz en esta materia, han existido al menos dos alternativas en torno a este problema: o el continuo es infinitamente divisible (en este sentido no es posible hallar componentes últimos) o hay partes últimas que se caracterizan por la indivisión (Froidmont, 1631: 1).
El aspecto particular que nos proponemos analizar corresponde al problema de la división del continuo. Para esto, se tendrá en cuenta una distinción que Leibniz indicó en el año 1676. En efecto, en abril de este año el autor señala que “una cosa es estar dividido sin fin y otra estar dividido en mínimos”, pues “[lo que está dividido sin fin] no tendrá una parte última”, cosa evidentemente contraria al otro tipo de división (A VI 3, 513). Esta distinción es capital desde el punto de vista de la evolución del pensamiento de Leibniz en torno al laberinto del continuo desde 1671 hasta 1676. En este sentido, proponemos mostrar que algunas de las grandes modificaciones en la comprensión leibniziana de la estructura del continuo que han tenido lugar a lo largo de dichos años se deben a la manera de comprender las partes componentes y la similitud, en algunos casos, en relación al concepto de lo mínimo.