El lugar que en su momento pudo ocupar América Latina como polo productivo fue alcanzado por los llamados tigres asiáticos; ahora la región no tiene opción distinta a la de proveer de materias primas agrícolas, mineras, y energéticas al mundo, ubicándose en el lugar de la rentabilidad mínima y alejada del polo de innovación tecnológica: Estados Unidos. La posibilidad que tiene América Latina de avanzar en la escala de posiciones dentro de la cadena productiva global está enraizada en el rol activo que debiera asumir el Estado en los rubros de la inversión nacional en proyectos tecnológicos, del patentamiento de los nuevos descubrimientos, y de la educación y capacitación del gran capital social.