Es muy probable que uno de los temas que en la actualidad apasiona por igual a un gran número de estudiosos de las diversas ramas del quehacer humano sea el de la adolescencia. Médicos, pedagogos, psicólogos, religiosos, juristas, antropólogos tienen una singular preocupación por el investigar qué es lo que ocurre en esta turbulenta y a veces incomprensible edad del desarrollo humano. La sociedad, con su cambiante fisonomía, parece encontrar en la edad juvenil un reflejo de su propia impaciencia e incertidumbre, y no pocas veces intenta descargar en ese contingente humano su propia desesperanza y su ocasional sentido de fracaso. Los jóvenes son hechos responsables de la promiscuidad, la delincuencia, la holgazanería y la irresponsabilidad que por momentos parecen caracterizar determinados ambientes o la comunidad toda.