De las numerosas sustancias agregadas al suelo con el objeto de fertilizarlo la más antiguamente conocida es, sin duda alguna bajo formas diversas, el estiércol producido por las deyecciones de los animales y también del hombre. Este producto preparado en las granjas con los cuidados requeridos, constituye el abono por excelencia, porque á más del ázoe contiene otras materias reconocidas como indispensables á la vegetación y que es de gran interés restituirlas y aumentar su proporción ya existente en las tierras cultivadas, tales como la potasa y el ácido fosfórico. Además, el estiércol se transforma en los suelos en humus y modifica sus propiedades físicas de una manera altamente favorabie á la vegetación.