Durante la segunda mitad del siglo XIX, las repercusiones universales suscitadas por la teoría de la evolución de las especies (1859), confirieron a las ciencias de la naturaleza una preeminencia que trascendió su estricta ingerencia dentro de ese campo disciplinar. La certeza de que la ¡dea de evolución podía proyectarse a la esfera social, originó numerosas indagaciones, como las que le permitieron al positivista Herbert Spencer realizar la traspolación de conceptos biológicos al plano sociopolítico. Llevadas al extremo originaron la eugenesia, una ciencia que buscaba una "selección artificial" para favorecer la reproducción de los "más aptos".