En estas instituciones se manejan las necesidades humanas mediante la organización burocrática de conglomerados humanos indivisibles. Se da una escisión básica entre internados (la gran mayoría) y supervisores. Los primeros tienen limitado el contacto con el exterior, y se sienten inferiores, débiles, culpables, etc. mientras que los superiores, como su nombre indica, se sienten por encima, dominando a los reclusos. La información sobre éstos está también restringida y controlada por una minoría.
Un aspecto que señala Goffman con mucho detalle es el de las agresiones al yo, cómo se mortifica habitualmente y por distintos procedimientos la identidad subjetiva del interno.