En este artículo, en primer lugar, sostendré que la ciudadanía moderna constituye una cuestión; que esa cuestión lleva la marca de las tensiones propias a los sistemas sociopolíticos modernos; y que no resulta casual que la ciudadanía aparezca en el centro del debate de una sociedad que redescubre la desigualdad. En segundo lugar, discutiré con la mayoría de los participantes en el “nuevo debate” sobre la ciudadanía, en los que ésta aparece como un concepto cargado de valor igualitario, un “ideal” que los sistemas sociopolíticos modernos tardan, por diferentes razones, en alcanzar o consolidar.