Han pasado 8 años del inicio del conflicto en Ucrania. Aquello que inició con las movilizaciones del Euromaidan, en respuesta a la cancelación de la firma del Acuerdo de Asociación con la Unión Europea, dio paso a la radicalización de las protestas y conformación de un movimiento de ultraderecha, nacionalista y conservador -Maidán-, y a la subsecuente destitución -ilegal- del presidente Yanukovich. El involucramiento de Rusia en el conflicto, a través de la anexión -también ilegal- de la península de Crimea en marzo de 2014, permitió que los oblast de la región del Donbass -Donetsk y Lugansk- se movilizaran contra el gobierno interino de Alexander Turchinov, y declararan su independencia. En este sentido, la escalada del conflicto hasta alcanzar su instancia bélica en la región del Donbass no surge únicamente como respuesta a lo ocurrido durante el Maidán y tras la anexión de Crimea. Debe entenderse que, estos sucesos representan el punto de no retorno, en una relación entre el Este y el Oeste del país cargada de tensiones y de un equilibrio institucional extremadamente frágil, que intentaba sostenerse desde la independencia de Ucrania de la URSS en 1991.
Dicho esto, se observa la existencia de un clivaje entre las regiones del Este y Oeste ucraniano, una “frontera identitaria” (Ruiz Ramas et. al, 2016; Tognelli, 2019). El presente escrito tiene como objetivo brindar una perspectiva enfocada en la cuestión identitaria en Ucrania y elaborar, resumidamente, en los aspectos y características que conforman la frontera identitaria, con la intención de brindar una mirada no convencional del conflicto, desde el Constructivismo wendtiano (Wendt, 1992; 1999) a fines de intentar comprenderlo.