El Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO) decretado en marzo de 2020 por la crisis sanitaria del COVID 19 en la Argentina, claramente, produjo cambios en todos los ámbitos de nuestras vidas. En la letra de los estudios sobre la universidad, la preocupación sobre el ingreso y la permanencia en la Argentina está relacionada con la expansión de la matrícula al final del siglo XX y comienzos del XXI (García de Fanelli, 2005). Y más recientemente, ha aparecido en la escena, la cuestión del egreso. En esto ha influido la modificatoria de la LES en 2015, que estableció el ingreso irrestricto y al Estado como garante de eso y de su gratuidad; y la declaración de la CRES 2018, que definió “a la educación superior como un bien público y social, un derecho humano fundamental y una responsabilidad de los Estados” (Abratte, 2019, p. 71). Estas decisiones han provocado mayor diversidad y heterogeneidad en las aulas de nuestras instituciones y ha sido la causa por la que comenzamos a repensar nuestras prácticas institucionales y pedagógicas, y por ende, la relación, ingreso, permanencia/trayectorias y egreso.