La transformación digital empujó inclusive al más reacio a su adopción en épocas pandemia, y esta situación, que multiplicó las transacciones digitales, llevó a acelerar la incorporación de los procesos de identificación digital, tanto en las empresas, como en los organismos gubernamentales. Los aliados estratégicos del sistema de prevención de lavado de activos y financiamiento del terrorismo, que en nuestro país denominamos sujetos obligados, debieron multiplicar sus esfuerzos para lograr verificar e identificar a sus clientes. Para comprender cómo funcionan los sistemas de identificación digital para la aplicación correcta de un en-foque basado en riesgo, en marzo de 2020, llegó la guía de Identidad Digital publicada por el Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI), con los lineamientos para la implantación de sistemas de identidad digital, en las etapas de identificación, verificación y análisis de riesgo de individuos, y la misma, está “destinada a ayudar a los gobiernos, las entidades reguladas u otras partes interesadas relevantes, en determinar cómo se pueden utilizar los sistemas de identificación digital para llevar a cabo ciertos elementos de la debida diligencia de clientes (DDC) en virtud de la Recomendación.
A los fines de este artículo, les comparto los puntos que consideré importantes de la guía, para la incorporación de clientes no presenciales, en cuanto a seguridad, privacidad y conveniencia, tanto en el momento de apertura de cuentas como a lo largo de la relación comercial.