La tecnología al servicio de las armas de uso militar presupone un cambio de paradigma en la elección de los medios y métodos para hacer la guerra. La flamante fisonomía de los conflictos armados contemporáneos destierra posturas clásicas que abordaban la doble perspectiva westfaliana y clausewitziana desde un enfoque estatocéntrico (Bartolemé, 2018).
En este escenario, el uso de drones como armas letales no tripuladas, configura una hibridación de los conflictos armados internacionales y no internacionales. Su aparición y utilización, si bien no está prohibida expresamente como medio de combate, interpela a la comunidad internacional para encontrar un equilibro entre las necesidades militares y las exigencias humanitarias.