La agricultura nacional tiene sobre sus espaldas, demasiado anchas y un tanto descarnadas, enormes cargas, las que diariamente, a pesar de todos los acontecimientos extraordinarios mundiales, sigue aumentando el peso muerto, perturbando y hasta anulando sus energías. Es conveniente vivir al contacto del labrador, palpar las múltiples trabas creadas a la producción por las circunstancias económicas engendradas por la tremenda conflagación europea, intercontinental, dificultando su avance progresivo, su prosperidad eternamente ansiada y de continuo esfumada, para conocer in situ, lo que es en realidad la vida del gremio más digno de protección, de estímulos oportunos, de ayudas positivas.