En 1911 se publicó la Historia de Sarmiento de Leopoldo Lugones, encargada por el doctor José María Ramos Mejía, Presidente entonces del Consejo Nacional de Educación. En ese libro, apresurado y entusiasta, uno de los capítulos más valederos es el que reconoce los caracteres del escritor. Tales páginas equiparan la obra literaria de Sarmiento con la de José Hernández, sobre una afirmación que lleva el rubricado de las definiciones lugonianas: "son los únicos autores que hayan empleado elementos exclusivamente argentinos, y de aquí su indestructible originalidad”. Definición que se cierra con este impositorio elogio: “el país ha empezado a ser espiritualmente, con esos dos hombres”.