La estructura social argentina sufre el mayor proceso de cambio entre 1890 y 1914. La revolución operada alcanza tal magnitud porque las alteraciones ocurridas cambiaron con tal profundidad la estructura social que permitieron la formación de nuevas clases, y mediante este proceso la nueva burguesía tomó, como clase social en ascenso, el poder político. Por otra parte al conjugarse conjuntamente factores de industrialización y urbanización, el proletariado fue nutriendo sus filas y ordenando en el complejo social una fuerza de equilibrio —ante el régimen en retirada estratégica— que sería con el correr del tiempo, en consonancia con la evolución del país, factor determinante. El principal y fundamental agente del cambio fue el inmigrante, de quien se ha hecho —salvo excepciones— valorización cuantitativa pero no cualitativa, sabiéndose que el impacto que la inmigración en masa significa es en primera instancia un hecho mensurable, del cual las estadísticas dan cuenta, pero que en sus proyecciones superan a la frialdad del número.