A fines de las décadas de 1970 y 1980 en América Latina, y previamente en Europa, hemos asistido a la emergencia en el espacio público de nuevos actores y nuevas formas de expresión política. Estos actores (movimientos de mujeres, homosexuales, migrantes, derechos humanos) aparecen como novedosos frente a los actores políticos tradicionales. Son movimientos sociales con minúscula y en plural por oposición al Movimiento Social con mayúscula y en singular, que fue generalmente el movimiento obrero organizado como tal.