El campo de la psicopatología infanto-juvenil se extiende desde la temprana infancia hasta la edad adulta. En este marco amplio y polimorfo ubicamos el estudio de la adolescencia. La adolescencia abarca un período de alrededor de diez años en la vida de un individuo; comienza a los 11-12 años con los cambios psicobiológicos de la pubertad y continúa manifestándose, luego que los mismos se han instalado, a través de una problemática y una sintomatología multifacética hasta los veinte años aproximadamente, en que el individuo entra en la adultez. Estas edades son variables desde el punto de vista interindividual, así como intercultural. No es tarea fácil, pues, delimitar lo que se puede considerar normal en este período; es decir, que la palabra “normalidad”, en el sentido de grados de desequilibrio emocional interno, implica una calibración muy sutil y rebasa el límite de las connotaciones que parecen claras al aplicarlas a otras etapas de la existencia individual.