La reemergencia de China como una potencia global, tiene como dos de sus principales factores, a la progresiva apertura comercial y a la planificación nacional de largo plazo. Estas dos directrices se han sostenido aún en esta época marcada por la incertidumbre estratégica en materia de seguridad y defensa, los cuestionamientos al multilateralismo y al comercio internacional, y la crisis financiera de 2009. En dicha senda, aun cuando el país se ha visto involucrado en duras tensiones geopolíticas, como en el mar del sur de China (Pavez & Caubet, 2017), ha traducido la continuidad de los dos factores indicados, en un esfuerzo nacional para una reestructuración económica.