En la danza se dice que el instrumento, medio y materia es el cuerpo. Ahora bien, ¿de qué cuerpo se habla? Hay muchas definiciones y formulaciones desde la antigüedad hasta nuestros días. Por ejemplo, existe la teoría del cuerpo como caída -en desgracia- del espíritu o como un elaborado sistema de alambiques capaces de transformar sólidos en fluidos, humores y hálitos, entre otras. Si pudiéramos viajar al pasado y a distintos puntos del planeta encontraríamos multiplicidad de visiones, construcciones de ideas de cuerpo e hipótesis acerca de su génesis, funcionamiento, belleza y relación con el mundo. Sin embargo una visión dualista reaparece una y otra vez: por una parte, hay un cuerpo que nace, envejece y es mortal, por la otra la afirmación de que hay algo en lo humano que lo trasciende. Podrá ser el espíritu, la obra o el alma que se encarna y desencarna de sus receptáculos físicos. A su vez, el propio pensamiento se formula como algo capaz de mirar, contemplar en modo distante, incluso abstracto y continuo, inmóvil, los derroteros de la materia que se desarrolla y transforma; o, en otras ocasiones, es la materia la que pone límites, pesantez y obstruye el fluir del pensamiento, las ideas y los derroteros de los afectos.