En la Cumbre de Caracas, diciembre 2011, los Jefes de Estado de los países de América Latina y del Caribe tomaron la decisión de constituir la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) “como mecanismo representativo de concertación política, cooperación e integración de los Estados latinoamericanos y caribeños y como un espacio común que garantice la unidad e integración” (Declaración de Caracas, 2011).
Esta nueva institución rescata el mandato originario de los Libertadores y pretende conformarse como un actor político que busca, en base a la reafirmación de su propia identidad cultural, avanzar en los procesos de integración y proyectar una voz concertada en el orden internacional que le permita “superar una situación histórica de marginalidad de la región en el mundo, de modo de asumir el contexto global como una oportunidad “ y “empoderar a América Latina como actor mundial en beneficio de sus pueblos” (Allard, 2013: 119).
Los grandes objetivos fueron expresados en la Declaración de Caracas “En el Bicentenario de la lucha por la independencia hacia el camino de nuestros libertadores”, que incorporó el Plan de Acción y rescató el acervo histórico conformado por las Declaraciones, Comunicados especiales y demás instrumentos aprobados durante los procesos del Grupo de Río y la Cumbre de América Latina y el Caribe sobre Integración y Desarrollo (CALC).
Nos proponemos sintetizar los desafíos, las definiciones, los compromisos y las acciones realizadas por la CELAC en el 2013 que le permitieron avanzar en la construcción de la identidad, consolidar la soberanía regional y convertirse en un actor político en un mundo globalizado. A tal fin, enmarcaremos el análisis en la Cumbre de Santiago y en el cumplimiento de las metas y planes sobre las líneas trazadas.