A Sarduy el exilio, el desplazamiento de Cuba a París, le permite conjurar la quimera del origen. Un distanciamiento de lo natal, que posibilita, sin embargo, un ritornelo, un agenciamiento territorial para recuperar a Cuba, a través de la relectura y redescubrimiento de sus "mayores": Alejo Carpentier, el grupo Orígenes, espedalmente José Lezama Lima y Cintio Vitier. Relecturas atravesadas por la impronta teórica de la revista Tel Quel, que le ofrece a Sarduy una reflexión sostenida sobre la práctica de la escritura, a partir del estructuralismo, el psicoanálisis, la lingüística y la semiología. Roland Barthes, Phillippe Sollers, Julia Kristéva, son los interlocutores del escritor cubano, y también los que le facilitan su acceso a la revista, como colaborador. Desde Francia, Sarduy construye y legitima a través de la escritura crítica y de ficción, un lugar diferente en la producción literaria latinoamericana, atravesada en los años sesenta por el fenómeno del boom.