El golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 en la Argentina provocó una fuerte reacomodación en el campo intelectual y en la configuración y expresión de la esfera pública, que se vieron sometidos a las imposiciones de la dictadura recién iniciada. Una rígida y feroz censura -que llegó a los extremos de la desaparición de periodistas y escritores- puso el límite a la escritura y circulación de textos y noticias periodísticas. Desde el poder se articuló un discurso hegemónico para legitimar su accionar represivo a través de una representación que colocaba a las Fuerzas Armadas como los padres salvadores de la Patria, e impedía la emergencia de cualquier voz alternativa, clausuraba la opinión disidente y desintegraba la esfera de la opinión pública imponiendo el silencio sobre lo que estaba ocurriendo. No obstante se fueron percibiendo ciertas fisuras en las que emergieron los discursos alternativos de los sectores opositores y marginales. En este marco me interesa diagramar las posibles significaciones que el testimonio fue adquiriendo durante el gobierno militar (1976-1983) y señalar los cambios que sufrió con la apertura democrática.