Aproximadamente desde 1950, todos los gobiernos argentinos -debido a la fragilidad económica y a la inestabilidad política constante- se caracterizaron por preocuparse e intentar resolver los problemas más urgentes del país, haciendo que en la clase política prime una mentalidad caracterizada por el pensamiento de corto plazo. Temas como el estrangulamiento de la balanza comercial, la inflación, el déficit fiscal, el problema de las inversiones extranjeras, la baja competitividad, la poca diversificación productiva y la corrupción; estuvieron siempre a la orden del día y soslayaron la importancia de pensar en políticas concretas orientadas a los problemas que el país pudiese enfrentar en un futuro.
La vigencia de los temas mencionados impidió a los gobiernos argentinos de turno pensar en un horizonte que vaya más allá de los próximos diez años. Sin embargo, para sorpresa de varios, el 2010 fue el año en donde comenzó a desarrollarse - en el seno del ejército argentino - el proyecto SARA (Sistema Aéreo Robótico Argentino). El mismo supuso el avance del país en el emergente campo de los vehículos aéreos no tripulados, y representó una inversión de más de 2095 millones de pesos. Esto pudo haberse interpretado como un incipiente interés de la clase política argentina en empezar a desarrollar una tecnología útil tanto para acciones militares dentro del país como para la vigilancia de los puntos fronterizos más álgidos.