Casi todos los hongos que podemos ver fácilmente en el campo o en el bosque, producen sus esporas sexuales en una superficie de sus esporomas (antiguamente llamados cuerpos fructíferos). Esta superficie se denomina himenio, y sobre ella se encuentran las células encargadas de formar las basidiosporas o las ascosporas, según sea el grupo de hongos en el que se encuentren. El himenio va a encontrarse sobre las laminillas de las setas, recubriendo los poros de los políporos o las ramitas terminales de los hongos coraloides, o como una empalizada lisa y sin pliegues en los hongos corticioides. Sin embargo en cualquier excursión por el bosque, vamos a encontrar especímenes que no se ajustan a esta regla. Un ejemplo de ello son las polveras. No vamos a encontrar en ellas ninguna superficie externa o interna donde se producen las esporas. Más bien, al cortarlas en mitades o romperlas, veremos que están llenas de una masa algodonosa o pulverulenta y que, al soplarla o moverla, desprende las esporas que están entremezcladas en ella.