La última etapa de una investigación tiene un valor especial para todo investigador porque es el momento en el que todo su trabajo de campo, sus hipótesis, sus reflexiones teóricas y su implementación metodológica dejan de formar parte de un círculo cerrado –incluso íntimo– para exponerse ante un otro/destinatario que podrá evaluar, criticar, compartir o refutar cuestiones referentes al trabajo. Y principalmente en las investigaciones en comunicación social, dadas las características propias de la disciplina, ese otro será masificado, multiplicando exponencialmente las críticas, ratificaciones y refutaciones. El destinatario es quien resignifica los resultados de la experiencia empírica. De ahí surge la necesidad de que la comunicación de los datos sea lo más clara posible.