En toda investigación académica que se realice dentro del campo de las ciencias sociales, y más precisamente en comunicación, se analizan situaciones dinámicas, donde la realidad es construida tanto por el investigador como por los sujetos e instituciones que se estudien.
Esta realidad es construida por hechos que se hacen “interpretables e inteligibles solo a partir de determinados contextos y marcos teóricos que elabora un investigador; una comunidad científica específica o bien la sociedad”. Para ello, se debe romper con la idea de realidad objetiva; pensar que las fronteras “son construcciones y universos de sentido; modos sociales y culturales, por medio de los cuales se construyen realidades sociales e históricas” (Vizer; 2003: 68).
No existe un objeto o proceso, sino que es “un conjunto de hechos sobre los que se hemos realizado un recorte de observaciones y distinciones” (Vizer; 2003: 67).
El objeto de estudio de las investigaciones estará entonces compuesto por sujetos e instituciones, que actúan dentro de un contexto determinado no por ellos mismos, sino por el momento histórico, político, social y cultural en el que se sitúan. Para definirlo de una manera más sencilla, por el tiempo y el espacio que los rodea.