Existe actualmente una intensa discusión dentro del feminismo filosófico acerca de la conveniencia o no de utilizar la categoría de género en la teoría feminista.26 Para citar sólo un ejemplo, cuando Geneviève Fraisse, filósofa feminista francesa vino a nuestro país, en 2004, sostuvo en una entrevista, que para ella la categoría de género era un concepto «écran» (pantalla) que esconde los verdaderos problemas en cuestión. Más que dar soluciones, complejiza los problemas.
27 Pues, la querella de los sexos, la diferencia sexual es lo fundamental. El verdadero problema es el de la ahistoricidad de los sexos y el género no contribuye a historizarlo. Incluso, Fraisse tampoco está dispuesta a abandonar el mismo término «sexo» ya que lo considera indispensable para una efectiva reivindicación feminista. Sin embargo, cómo detallaremos a continuación, consideramos que la categoría de género sigue siendo útil, por no decir necesaria, para desarmar las complejas estrategias que se ponen en juego a la hora de entender la situación de opresión de las mujeres, es decir la vigencia y actualidad del sistema sexo-género de la que la violencia contra ellas es una terrible expresión.
Para ello, nos referiremos a un trabajo anterior en donde sosteníamos que «podemos hablar de la importancia del género como una toma de posición que puede elegirse o no y que resignifica nuestras prácticas, nuestras teorías, nuestras representaciones y autorepresentaciones» (Campagnoli, et. al., 1999). Es decir, entender al género no sólo como una herramienta teórica para dar cuenta de la realidad sino también como un proceso de representación y autorepresentación. De manera que esta noción de género queda estrechamente relacionada a la idea de experiencia. En efecto, las mujeres, a través del género, pueden «pensar, criticar, alterar los discursos hegemónicos, las tecnologías sociales [...] los discursos institucionalizados y las prácticas de la vida cotidiana, como también reconstruirse y autorepresentarse en un proceso de práctica reflexiva» (Campagnoli, et. al., 1999).