Conocí a Carlos Mayo en 1966 cuando cursaba en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación la materia Historia Argentina II con el profesor Andrés Allende y yo era ayudante alumno de dicha cátedra. Rápidamente me pude percatar de que no solo le gustaba el estudio de la historia sino que le apasionaba. Siempre preparaba y estudiaba con antelación la temática que iba a tratarse en clase, eso le permitía intervenir —cosa que no siempre sucede (me refiero a la participación del estudiante)— con preguntas de esas que a los profesores nos agradan porque permiten aclarar los temas del momento. A sus diecinueve años, se expresaba con una claridad e inteligencia que llamaban la atención, y también se advertía que sus preguntas eran realizadas con perspicacia y comprensión de la cuestión en debate. (Párrafo extraído del texto a modo de resumen)
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