En los primeros meses de 1998, Carlos Mayo me concedió una entrevista, que poco tiempo después fue publicada en la Revista de Historia Bonaerense. Aunque él no ignoraba que mi perspectiva de la historia rural bonaerense era diferente a la suya, no dudó en contestar todas las preguntas que le hice; preguntas que a algunos de mis colegas les parecieron entonces un tanto insidiosas y que hoy a la distancia me lo parecen también a mí. A pesar de esas discrepancias, yo admiraba su amplísimo conocimiento de las fuentes documentales y, sobre todo, envidiaba el encanto de su pluma. (Párrafo extraído del texto a modo de resumen)