La materia prima de la Atención Médica es su recurso humano, más que todo es su alma.
El efector clásico es el hospital, con etimología e historia de hospitalidad. El tiempo lo fue enriqueciendo con ciencia y técnica.
La hospitalidad es buen recibimiento y estadía a la vez que brindar asistencia. Es una forma particular y benevolente de convivencia. Si bien los aspectos materiales de un efector potencian o menoscaban la hospitalidad, es su personal el que lo define.
El hospital, la clínica, la unidad sanitaria y el consultorio son comunidades de hospitalidad en potencia. Se conforma con pacientes, profesionales y todo el personal. El proceso de especialización y subespecialización así como la proyección de la Atención Médica hacia la comunidad y el ambiente exigen a esos profesionales y personal trabajo en equipo: “lo que se realiza por una serie de personas bien equipadas técnicamente, es decir dotadas todas ellas de una bien probada pericia en una técnica determinada” (Rof Carballo, 1964:271) y con un objetivo común. Piénsese en una campaña de inmunización emprendida en un barrio marginal o una operación de corazón con bomba extracorpórea.