El tema escogido para este trabajo, pertenece á una categoría de estudios intermediarios entre la biología y la química. Es por eso que las numerosas producciones en que constantemente se trata la cuestión del ázoe, aparecen encaradas en alguna de las dos formas. Bien se comprende que esa división ha de redundar al fin en la mayor intensidad que aquellas adquieran, pero ello no encuadra en las tendencias modernas, que aun manteniéndose alejadas del enciclopedismo que caracterizó á otras edades se encamina á suprimir, ó mejor aun, á llenar, los intervalos bruscos que entre sí dejaban algunas de las ramas del saber humano. Y es así que entre la biología y la química, aparece la bioquímica, lazo de unión que permite estudiar los fenómenos vitales, en cuanto ellos emanen ó resulten de fenómenos químicos.
Es de esta nueva rama de quien depende la solución de problemas como el mencionado, pues que siguiendo la evolución del ázoe á través de sus diversos estados de compuestos minerales y orgánicos, simples reacciones químicas las unas, regidas por las mismas leyes que determinan las combinaciones artificiales de laboratorio, producidas las otras en condiciones que escapan á los métodos de análisis y síntesis á nuestro alcance, ha de llevarnos en definitiva al conocimiento de la forma más práctica para su aprovechamiento.
Aparte de la ligera síntesis con que he tratado de plantear el estado actual del problema del ázoe», señalando los factores que con él se relacionan, al considerar sus posibles soluciones, he procurado llegar á la demostración de una de las formas en que se produce su restitución. Los resultados obtenidos, concordando con las conclusiones á las que por diversas vías han llegado algunos experimentadores, me permiten afirmar que aquélla se produce en forma distinta á. la indicada últimamente por Jamieson en la teoría que lleva su nombre.
Bien sé que investigaciones de esta naturaleza requieren por parte de quien las encara una preparación y criterio científico superior á mis modestas fuerzas; espero sin embargo que habéis de juzgarme con benevolencia, reconociendo la buena voluntad y sincero empeño que me han guiado en su prosecución.