La corrupción es un fenómeno generalizado que años atrás se creía que solía estar vinculado a los países pobres hasta que se comprendió que es un concepto universal que se encuentra en todos los países sin importar su condición, ya sea desarrollado o en proceso de desarrollo, tanto en el sector público o privado.
La corrupción puede entenderse como el uso de la oficina pública por parte de un funcionario público o PEP (persona expuesta políticamente, alguien que ocupa una posición legislativa, administrativa o judicial dentro de un Estado), con fines de lucro y se realiza a través de varios métodos delictivos, como soborno, extorsión, fraude, malversación y robo de fondos públicos.
Por lo tanto, los funcionarios que obtienen activos cometiendo actos de corrupción en casi todos los casos deben luego legitimar aquellos ingresos y lo llevan a delante a través del proceso de lavado de dinero para poder beneficiarse efectivamente de los bienes públicos, debiendo integrar las ganancias ilícitas del producido a través del sistema financiero internacional en general.