Antes de comenzar resulta normal y necesario pronunciar el elogio de un gran espíritu que ha influido mucho en mi trabajo y, especialmente, en este campo de la filosofía de la historia, el del profesor Henri-Irénée Marrou, catedrático de Historia del Cristianismo en la Sorbona y autor de varios libros admirables, entre otros Historia de la educación en la antigüedad y Sobre el conocimiento histórico. Lo que debo a este gran maestro se verá en las notas de este estudio. No tengo la ambición de presentarles un breviario de la búsqueda en el campo histórico, sino una serie de reflexiones sobre el oficio del historiador. Para delimitar bien el asunto les anunciaré que me ocuparé en primer término del papel del historiador, y después de los documentos históricos y de su comprensión, de las hipótesis y de los conceptos en la historiografía, de los límites de la explicación histórica y, para acabar, de la obra histórica en sí misma.