Aludimos al trabajo de Lidia Bruno, Parentesco lingüístico, editado por el Instituto de Filología y Lingüística de la Universidad del Salvador (Buenos Aires, 1969, pp. 83). Es un librito de lectura incómoda que promete, por su título, más de lo que entrega en su interior. La autora parte de la polémica que sostuvieron A. Meillet y H. Schu- chardt en el primer tercio de nuestro siglo acerca del parentesco lingüístico. Retrocede después y pretende retomar los hilos del tema desde el comienzo a través de los primeros intentos de clasificación de las lenguas. Sigue con el Romanticismo y se detiene allá lejos, en A. Schleicher (1868). Es innecesario detallar el tratamiento dado a cada autor, ya que puede encontrarse en los estudios generales de lingüística,, sin agregar algo nuevo. Puede advertirse además cuánto material anterior y posterior a la disputa de A. Meillet y H. Schuchardt queda inconsulto. Pero tratándose de una publicación que está respaldada por una universidad, nos parece necesario dar cuenta de ella.