Al estudiar con fines socio-lingüísticos el habla de Sevilla, he tenido que enfrentarme —una vez más— con el debatido problema del seseo y del ceceo. Las consideraciones de los tratadistas que me precedieron, los datos que yo había allegado -—muchas veces con otros fines—, la interpretación exclusivamente fonética que quiero dar a mis aclaraciones y la proyección extra-andaluza del seseo, me han llevado muy lejos de los supuestos iniciales. Al reordenar la información, Sevilla se me queda como un hito señero, pero hay otras cosas a las que atender. Acaso el carácter original de estas páginas se trasluzca en la necesidad que siento de remontarme hacia los inicios de lo que considero investigación actual; ello es inevitable, porque inevitable es —también—- intentar entender todo el problema. De todos modos, procuro no perderme en excursos marginales y aprovechar —como siempre— lo que los demás han dicho y ahora me resulta necesario.