Atropellando las palabras, gesticulando, visiblemente nervioso, Lucas Carrasco habla. Antes de que empezara, había en el auditorio una expectativa como de estrella de rock. Por momentos, lo parece. Está diciendo que, por suerte, los blogueros pueden “cagarse de risa” de lo que publican los medios concentrados. Que para eso sirven. Para discutirlo, para ponerlo en evidencia. Y nada más. Está hablando y de golpe se interrumpe. Mira a un costado y anuncia, como aliviado: “Acaba de llegar nuestro líder, Artemio López”. En la sala aplauden. Por un costado del escenario aparece el encuestador. Más flaco, con vestimenta informal y un morral cruzado, Artemio levanta la mano derecha con los dedos en “V” y se dirige al asiento que le habían reservado. El acalorado entusiasmo con que lo reciben hace pensar en un Perón acotado, modesto y coyuntural, reservado a este espacio específico. Cae la tarde en La Plata, y el movimiento bloguero se dispone solemnemente a “discutir sobre la Argentina”.