Ante una realidad totalmente diferente de la española de su tiempo, los conquistadores no actuaron con un criterio uniforme respecto a la nominación de animales, plantas, rituales, personas, bebidas, instrumentos, comidas, etc. En algunos casos se prefirió el empleo de un nombre conocido; así observamos que urraca, arrayán, hornero, león, etc. no designan idénticas realidades en España y en Hispanoamérica. Debido a este fenómeno, muchos nombres autóctonos desaparecieron o fueron relegados a ámbitos socioculturales o a regiones consideradas secundarias por el grupo dominante.