En cuanto a la unión o separación de las palabras puede afirmarse que el deslinde entre lexemas se lleva a cabo casi a rajatabla, coincidiendo en ello la grafía de nuestro MS con las normas actuales (ni en esto puede hablarse de "normas”) menos en unas cuantas palabras compuestas y en la articulación de lexemas y morfemas, o morfemas entre sí. La regularidad en espaciar las palabras, aunque con excepciones (cf. "la tu túnica” Is. 22:20, "fi de” Jer. 40:5,6, "de fuera” Mat. 23:27), es mucho mayor que en MSS posteriores, en que la gótica adquiere caracteres más cursivos, y permite transcribir sin demasiadas dudas buena parte del texto. Sin embargo, observamos que también aquí como en tantos otros MSS de la época, cuando el copista se acerca al margen puede sentirse tentado a suprimir espacios (cf. "E somos tornados de yuso e non desuso” Bar. 2:5). Por lo cual, un porende Ecli. 23:38 al final de la línea y abreviado no es tan representativo de su usus scribendi como lo sería en otro lugar.