Troquelada y purificada en los angustiosos y desesperados esfuerzos de cuatro años de lucha, cuyo recuerdo todavía gravita sobre los pueblos con sugestiones de pesadilla, una nueva conciencia histórica, aparece ya en todas las latitudes de la tierra para presidir el orden de cosas que adviene desde que se finiquitó la guerra más cruenta y más terrible de que haya memoria. No hay un espíritu medianamente capacitado para las funciones intelectivas, que en mayor o menor grado, no sea testimonio elocuente de este fenómeno auspicioso y consolador; no hay una sensibilidad cuyo sentido de relación no haya sido atrofiado o debilitado por egoísmos inferiores y subalternos que no se sepa tocada por la gran "vox clamanti" que suena como un anuncio en esta hora tan decisiva para la suerte del mundo. Negarla es condenarse en la negación.