Desde el punto de vista psicológico, el lenguaje articulado presenta dos faces a la observación: por un lado, es un conjunto de sonidos fonéticos, mediante los cuales exteriorizamos nuestros estados de ánimo y nuestros conocimientos: es la palabra exterior; por otro lado, es una actividad puramente mental, en cuya formación entran imágenes conservadas por la memoria, elaboradas mediante la imaginación y adquiridas por imitación. El lenguaje exterior es un modo de reacción somática en los procesos de adecuación de la vida humana al medio social. Es una audorreacción. El medio más antiguo de la expresión verbal es la palabra oral; la civilización y la educación han creado otros medios que, a más de perfeccionar al anterior, permiten al hombre aprovechar mejor la experiencia social: la escritura y, su complemento necesario, la lectura.