Una gran renovación espiritual, material y moral ha seguido a la guerra: la educación, factor fundamental en la formación del individuo y en la organización de la sociedad no podía quedar ajena a ello. El movimiento de reforma de la enseñanza que había comenzado mucho antes de que estallase la guerra, recrudeció durante ésta, quizás por las mismas fallas que se revelaron en la preparación de los ciudadanos de los países beligerantes, fallas que se atribuyeron a deficiencias de los sistemas de enseñanza. Por eso una de las primeras preocupaciones de la post guerra ha sido la reforma y el mejoramiento de esos sistemas.