La arqueología argentina padece, aún, de un problema neurálgico, de esos que han motivado apasionadas discusiones y que pueden prestarse a la polémica antojadiza y a la réplica vivaz. Felizmente, a partir de 1942, se va realizando la luz, en forma paulatina pero cierta. Es verdad que ya no se jura siempre por los hermanos Wagner... al menos fuera de Santiago del Estero y que, en algunos medios cultos es posible encontrar quien sonría, con alguna idea del “humor”, cuando se trata de confundir las hipótesis de los Wagner con las realidades de los hallazgos verificados por ellos. Pero aún hoy forman legión aquellos para quienes “arqueólogos” y “hermanos Wagner” suena lo mismo y que, sin embargo, serían incapaces de recordar otros nombres de cultores de estas disciplinas.